Thursday, July 1, 2010

El vertiginoso mundo digital


Hoy me estaba riendo sola. Y me di cuenta que es algo muy saludable, porque el vivir sola, como lo hago yo, no debe implicar silencio, sino también el sonido de nuestra propia risa.

Estaba riéndome mientras leía un artículo simpatiquísimo -y escrito con mucho 'wit'- en la revista inglesa Tatler, la que adoro y a la que estoy suscrita. Y con la misma quise compartir el buen momento ---y se lo envié por email a una de mis mejores amigas, para que disfrutara su ingenio y el fabuloso sentido del humor del artículo -- ¡y me reí aún más cuando me contestó -sin leerlo, por supuesto, porque procedió a 'delete it', lo que pude ver en AOL- "¡Ay, pero qué interesante este artículo!"! Y lo más gracioso es que era de todo menos 'interesante'.

Pero es que así son las cosas cuando la comunicación entre seres humanos es mayormente por email y texting. Y así fue que mi amiga se perdió una lectura que le iba a encantar y me envió una respuesta absurda, quizás agobiada por tantos emails.

No me quejo de ello, pero es algo que cuestiono más y más últimamente. Uso muchísimo el email y el Blackberry (detesto el texting), herramientas esenciales de mi trabajo y de mi vida diaria ---pero comprendo que es un fenómeno que ha cambiado completamente la estructura y el estilo de nuestras vidas. Ahora el día comienza y termina con la lectura a fondo del email que recibimos. Además del tiempo que dedicamos a ello durante el día, en todo momento. ¿No será que esta comunicación contínua e instantánea está tomando por asalto nuestras vidas sin permitirle ni un minuto de descanso?

Y lo peor es que un gran número de esos mensajes requieren respuestas --¡inmediatas! --y cuando se acumulan nos agobian muchísimo. ¿Y qué me dicen cuando recibimos mensajes de personas de negocios que son casi extraños y nos hacen sentir culpables si no les contestamos? ¿Y de los 'amigos' que surgen en Facebook e igualmente nos hacen sentir mal si los rechazamos?

Me parece que la solución es establecer ciertas reglas y horarios para que ésto no siga interrumpiendo nuestras vidas. ¿No les parece? Una disciplina y un protocolo. ¡Y si es posible bastante rígido! E igual que nos levantamos, desayunamos, nos bañamos. nos vestimos, etc. ---pues así debe haber un momento disciplinado en que leemos y contestamos emails. Y punto. Yo le dicho a mis amistades que por favor no me manden 'texts' --y la verdad es que me han obedecido. Igual que cada día marco más correos como 'spam' --y me he librado de cientos de mensajes que me tomaba tiempo 'delete'. Y cuando salgo a la calle y no estoy esperando algo urgente --¡he comenzado a dejar en casa mi Blackberry! ¡Qué liberación!

Si logramos establecer esta disciplina me parece que podremos navegar con más paz y tranquilidad este mundo digital que por otro lado nos ofrece tantas maravillas. Y surcar el Internet, visitar museos, leer periódicos y revistas de otros países, ver films, hacer 'research' de temas que me interesan, ver videos maravillosos en You Tube, establecer contacto con amigos que llevábamos años sin saber de ellos, disfrutar fotos divinas, blogs fabulosos...¡un mundo tan ancho y tan profundo el que se nos ha abierto en pocos años! Aunque lo único malo es que no tenemos suficiente tiempo para disfrutarlo a plenitud.

También tengo que admitir algo negativo: que ahora leo menos libros -pues solo cuando viajo tengo las horas para hacerlo, en el avión o en la playa. Y aunque todavía no he entrado en lo del Kindle y los EBooks, porque me gusta sentir en mis manos el volúmen y las páginas del libro en sí -- me he sentido tentada de probar los EBooks. Y los he visto en las tiendas, etc, etc, etc...

¡Es que es tan vertiginosa la velocidad con que cambia nuestro mundo! ¡Y como los estilos de vida y los esquemas en que confiábamos se hacen obsoletos de un minuto a otro! Esto requiere -como dicen ahora - un cambio de 'chip' ....Y comprendo ahora -porque entonces no lo hice y pensé que estaba exagerando -- el genuino llanto de mi amiga Zoé Valdés cuando hace 3 o 4 años llegué a su casa de Paris y lloraba porque venía de una reunión de escritores, donde le habían dicho punta en blanco... "que los libros se van a acabar".

Un momento que me pareció imposible....¡Y que ya casi ha sucedido!