Monday, June 15, 2009

¡Un divino viaje a Paris!


























Acabo de regresar de Paris --y una vez más he quedado encantada con la belleza de la ciudad y la Historia que puede disfrutarse paso a paso. La ciudad es un tesoro en muchos sentidos --y comprendo que conocerla bien toma cientos de visitas, pues en cada una de ellas aprendo algo nuevo y descubro un nuevo secreto ¡y la llevo visitando varias veces al año desde 1969!.

También he disfrutado mucho -y es lo que más me ha impactado en este viaje- el refinamiento que existe en las cosas más sencillas -como son los paquetes de regalo que nos hacen en cualquier tienda y especialmente en pastelerías o tiendas 'gourmet' -igual que una innata cortesía que todavía existe en muchas personas que se sienten orgullosos de lo que hacen, como los viejos empleados de hoteles, restaurantes, etc. En muchos existe todavía un profundo sentido del 'métier', de la profesión que se tiene -y en ello hay orgullo en ser lo mejor posible y desafortunadamente en Estados Unidos mucho de esto va desapareciendo, o ya ha desaparecido.
En este viaje contré a la gente mucho más amable que en otras visitas (como las 2 que hice el año pasado)--y mucho más amistosos cuando le decíamos que mi hija y yo éramos americanas. Coincidimos con la visita de Obama a Normandie y con la noche que se llevó a Michelle a cenar cerca de la Torre Eiffel y todo Paris estaba muy excitado --aunque creo que debía de mandarle la cuenta de 29 dólares del taxi que nos llevaba a cenar a los Campos Elíseos ¡y se encontró con el trafico cortado 30minutos para dejar pasar a los Obama!

Aparte de esto, Paris me dejó su imagen grabada en la retina más que otras veces y cuando regresamos a New York, para mi sorpresa --¡encontré mi ciudad sucia, fea, y llena de gente maleducada y espantosa tan pronto el taxi cruzó el túnel y entró en Manhattan! No me gustó nada sentir así, pero fue exactamente de esa manera. Encontré New York vociferante, agresiva, desorganizada, caliente, demasiado poblada --y me ha tomado una semana en volver a sentirme más o menos 'en casa', aunque añoro la suavidad de los amaneceres grises-azules de Paris....las caminatas por las Tullerías...por la Place Vendome...por las callecitas vericuetas de St. Germain...los croissants suavecitos del desayuno...el choucroute de L'Alsace...Añoro también la visión del Louvre con su Pirámide de cristal y sus edificios milenarios...los puentes que atraviesan el Sena...la divina misa cantada que oí el domingo en Nôtre Dame...la visita a la Torre Eiffel al atardecer...los recorridos por los pasillos de la nueva Fauchon y de Hédiard...mi conversación con el empleado de Caviar Kaspia que me explicó orgulloso los misterios del caviar que venden....y la visita al Mercado de Granjeros de la Madeleine donde los dueños de un puesto nos regalaron dos sombrillas como 'souvenir' de nuestra visita...Cuando fuimos a la boutique de Christian Louboutin fue como entrar en un mundo de cuentos de hadas y nos atendió un chico catalán encantador. Cuando cenamos en La Table de Joel Robuchon nos atendieron como princesas...Y todo lucía sincero, natural...

Ahora aprecio aun más desde la distancia, el paseo por el barrio judío el domingo --y el almuerzo en el loco y delicioso As du Falafel...igual que me regodeo pensando en la tarde en que recorrimos los 'bouquinières' del Sena en busca de tarjetas viejas...y después nos sentamos en un café de la Place St. Michel a ver pasar el mundo. Paris me sigue emocionando --y me provoca aprender más y más de ella y de los personajes que han habitado su historia.

En este viaje no todo fue perfecto porque perdí mi cámara en un taxi lo que me dejó tristísima y tuve que correr a comprarme otra...También tuve un dolor espantoso de un disco que me estaba presionando un nervio en la espalda, lo que me tenía loca todas las mañanas hasta que me tomaba los montones de pastillas, que me ordenó un milagroso médico cubano antes de irme de viaje ¡y que eventualmente me curaron cuando terminé mis días de trabajo y llegó mi hija a reunirse conmigo!

Fue en ese momento en que Mari Claudia y yo comenzamos a 'reconocer' Paris de nuevo-- y me mudé del Grand Hotel, donde me habían invitado los ejecutivos de Issey Miyake Perfumes -- a un 'boutique' hotel fabuloso, de 4 estrellas, súper céntrico, a dos calles de la place Vendôme y 1 de la rue de Rivoli, llamado Meliá Vendôme que me encantó --y se lo recomiendo a todo el mundo porque es de precios moderados y tiene un servicio divino.

Y alli comenzó la aventura que nunca termina, porque ahora estoy empeñada en aprender más de la vida de Madame de Stael, ya que ví en las librerías parisinas varias nuevas biografías sobre esa mujer tan interesante --¡y así volveré a escudriñar la Historia, que comprendo es lo que más me gusta en la vida! Bueno, sí, después de los recuerdos, el amor a los míos --y tantas, tantas cosas que llenan mi existencia de inmenso placer muchas horas del día.