Tuesday, February 24, 2009

Calumnias sin explicación


Nunca he pensado que alguien quiera hacerme daño, o que pueda caerle mal a alguien.

Lo aprendí de mi mamá, a quien todos querían y siempre he tratado de llevar una vida abierta y sincera en que digo lo que siento y no tengo una doble-cara. Una vida en paz conmigo misma, en la que no le he hecho daño a nadie - y sin querer hacerme la 'santa', aunque me pongo a pensar y pensar,realmente no puedo encontrar a quien le hubiera podido hacer tanto daño como para provocar reacciones de maldad hacia mi persona. ¡Y menos todavía puedo pensar que haya gente desconocida, que realmente no me conoce de nada, que nunca he visto, que me quiera dañar, ya sea con chismes, calumnias, envidias o mentiras!

Pero así ha sido.

Y últimamente (¿será la situación económica o el estrés causado por la inestabilidad que se siente en la atmósfera?) me han ocurrido dos cosas que me han impactado porque fueron ataques cobardes a mí, en los que se mezclaron semi-verdades con puras mentiras, inventos y calumnias. ¡Y todo hecho anónimamente, con correos electrónicos anónimos a otras personas, sin saber yo ni siquiera de dónde venían esos ataques! Y menos todavía sin poderlos explicar porque todo está sellado --y se me ha negado la oportunidad de explicar que todo es una mentira.

Y esto coincide con cuentos de que hay personas que firman con mi nombre -o el de mi hermano- 'posts' falsos en el Internet -y con el hecho de que hace 1 mes fui víctima de 'theft identity´-- pidieron en mi nombre tarjetas de crédito haciéndose pasar por mí --y ahí por ahi delincuentes que tienen toda mi información privada. Y que la policía les esté siguiendo la pista....


¡Los peligros del Internet y de este mundo cibernético mano a mano con la maldad de la gente!
Hay quienes me han dicho que debo cerrar este blog, que debo salirme de Facebook, etc, etc. Pero pienso que no voy a permitir que 'los malos' y los llenos de envidia me hagan encerrarme del mundo y no participar en algo que me da placer. Especialmente este blog personal que al parecer (con la excepción de un par de emails muy 'bitchy') --le gusta a los que me conocen, ya sea en persona, o a través de mi carrera como periodista.

¿Se imaginan el 'anger' que tiene que tener alguien que no me conoce, pero oye 'pedazos' de una conversación mía con otra amiga en un restaurante de Miami --y lo que no oye 'lo inventa' maliciosamente, mentirosamente, y le manda un email a otra persona contándole 'el chisme' -y de paso me insulta? Wow!!!....Pensé que estos 'bretes' eran algo tan Latino --pero ahora pienso que no es una gente, sino 'una' persona --y las envidias de toda la vida, que cuando una las desconoce, son sin duda las peores.

La suerte es que las personas que me quieren y me conocen, saben exactamente quién soy y como soy. Eso me basta, pero no puedo negar que me entristece ver el poder de la maldad. Hasta en las cosas más nimias.

Friday, February 20, 2009

Experiencias Inolvidables a los 15 Años













Cuando cumplí 15 años, vivía un momento maravilloso de mi vida. Era bonita, lo que al fin ‘sabía’, porque el haber sido muy flaca hasta los 14 años me había acomplejado mucho hasta entonces, convencida incluso de que mis piernas delgadas eran el punto focal de todos los que miraban y probablemente motivos de críticas espantosas, haciendo que cuando caminara me dijera a mi misma “¡Ay mis piernas flacas, mis horrible piernas flacas, que no me las miren, que no me miren”. Y además de eso en aquellos meses mami me había comprado ropas preciosas, vestidos muy adultos -¡y hasta dos pares de zapatos de tacones! --los que absurdamente estaba prohibido usarlos hasta que se cumplieran los 15 años -y ni un día antes.

Por eso yo estaba tan feliz, ya que había esperado tanto –literalmente contando los días y las semanas- por la llegada de mis 15 años. Era el momento de la liberación en que podía oficialmente ir a grandes fiestas, usar tacones, usar pintura de labios y ser ‘oficialmente’ una mujer, porque en Cuba se pasaba directamente de ‘niñas’ a ‘adultas’, sin que existiera esa zona intermedia de la adolescencia postergada.

Asi mismo era. Eramos niñas ‘patilargas’ y sin maquillaje un día -y al día siguiente podíamos comenzar a ser vampiresas pintorreteadas, en enormes tacones y con escotes hasta el ombligo. ¡Algo fascinante! Y todo estaba OK y nadie protestaba, incluyendo a los padres más conservadoras, que sabían perfectamente que así estaba dispuesto -y que los 15 marcaban mucho más que una fecha en un calendario. ¡Era un verdadero “de Niña a Mujer”!

Pues al cumplir mis quince años (por la situación política difícil, yo no había tenido la “fiesta de 15” que siempre había soñado, ni nada que celebrara el gran día, incluyendo “la misa y desayuno” que estaba de moda ofrecer a las amigas)celebré la gran fecha disfrutando cosas ‘diferentes’, las que eran el denominador común de nuestras vidas de familia ‘bohemia’, intelectual y poco convencional.

Por ejemplo, el día de mis 15, mi papá –que estaba pasando un momento difícil en su vida porque mami se había divorciado de él un par de años antes- me invitó a comer al exótico y muy divertido restaurante polinesio Trader’s Vic en el hotel Habana Hilton (conocido por otros como el Habana Libre, pero siempre me he negado a llamarlo así)--el que en Cuba llamábamos El Polinesio. Era un lugar muy divertido, con una decoración exótica fabulosa, con canoas de Tahití colgadas del techo -¡y donde servían tragos muy extravagantes como El Escorpión, y uno muy delicado en que flotaba un pétalo de rosa, con una perla de los Mares del Sur!

Y cuando llegamos mi padre y yo al Polinesio, la primera sorpresa fue que el camarero –un descarado en realidad- se creyó que yo era una ‘conquista’ de papi, lo que comentó con el tipico relajo cubano -y a papi le provocó mucha risa, pero a mi me molestó un poco, porque casi nunca salía sola con mi papá y deseaba que aquella noche fuera un momento muy genuino y simbólico entre 'padre e hija', y no un momento abaratado por un camarero estúpido. Yo recuerdo que era cierto que lucía bastante adulta, toda maquillada, con tacones de gamuza negra con un lacito de raso -y un vestido estilo ‘trapecio’ (una moda lanzada en Paris por un joven llamado Yves Saint Laurent, y un estilo imitado hoy en día por todos el mundo) de una tela azúl iridiscente llamada Casandra, el que tenía un lazo bajo el busto estilo Imperio, que al ser desflecada la tela -¡tenía las puntas rosadas, lo que le daba un toque muy original! Era un vestido de líneas geométricas, de una simplicidad absoluta, en que ‘la tela lo era todo’ (como dijo mami) --y me lo había hecho Isabelita, la modista nuestra, copiando línea a línea el modelo de YSL que habíamos recortado de una revista francesa.

Aquella noche la pasé muy bien a pesar del comienzo -y papi fue muy simpático, no tomó demasiado y nos reímos mucho, además de que nos encantó el restaurante donde tomamos los tragos exóticos (en Cuba servían alcohol a todas las edades) y comimos costillitas BBQ dulzonas y exquisitas. Otros regalos que me habían hecho por los 15 eran la tradicional pulsera de oro y perlas de la joyería La Casa Quintana; unas dormilonas de perlas (para las que unos días antes yo sola había ido a la clínica El Sagrado Corazón y el Dr. Alberto Alonso me había abierto las orejas, lo que papi se había negado a que me hicieran cuando nací); un “Five Year Diary” de piel con una llavecita; unos zapatos de raso azúl marca Mannequin, divinos y compañeros de un vestido del mismo color para llevar a la fiesta de 15 de una amiga y -¡mi regalo favorito! - una preciosa pijama de china de seda, blanca y toda bordada en colores de la tienda Indochina.

A finales de ese año, cumplidos ya los 15, se había casado mi prima Marilyn Ichaso con Alberto Morató y nuestra familia estuvo en ‘overdrive’ con comidas, fiestas, peticiones de mano, la boda civil, la boda religiosa, etc, etc.- y mi vestuario de mujer adulta había crecido considerablemente, pues quería ir con un modelo diferente a cada fiesta y mami me complació, a pesar de que la situación política era ya terrible.

Pero la pijama china seguía guardada entre papeles de tisú blancos, en una gaveta, hasta que la noche del 31 de Diciembre decidí estrenarle, encerrándome en mi cuarto a esperar las 12 de la noche -y el comienzo del nuevo año a mi manera.

Recuerdo que cogí un platico de postre de la vajilla blanca con filos dorados que jamás se usaba, coloqué en él 12 uvas y las llevé a mi cuarto, donde me vestí con mi pijama china, me puse todas las joyas que me habían regalado por los 15, me maquillé y me peiné con los ojos muy pintados y el peinado revuelto al estilo Brigitte Bardot (¡que me fascinaba!) -y a las doce de la noche puse música en mi tocadiscos High Fidelity, me senté en la cama solita y con mucha ceremonia comencé a comerme -una a una- las uvas -¡y a fumar sin cesar mis deliciosos cigarros Salem de una cajetilla nueva que me había comprado a escondidas de todos!

A las 12 de la noche se oyeron los tiros usuales que celebraban el comienzo del nuevo año - y yo fumaba y fumaba, sintiéndome muy sofisticada y adulta. Hasta que de pronto me di cuenta de que me había mareado terriblemente, ya que no estaba acostumbrada a fumar y me entraron unas ganas de vomitar horribles mientras el cuarto me daba vueltas y más vueltas. ¡Fue horrible!

Y recuerdo hasta el día de hoy la sensación espantosa del mareo que me dio. Y en medio de lo mal que me sentía, dando tumbos y con violentas ganas de vomitar, me arrepentí de haber fumado a escondidas de mi mamá y de ser tan idiota -y me levanté en medio de la ‘humarada’ que se había formado en el cuarto y boté la caja de cigarrillos por la ventana, cayendo 4 pisos más abajo, lo que oí en medio de la oscuridad y de una Habana extrañamente silenciosa en aquellos momentos. ¡Nunca más iba a fumar!...¡Qué horror!....Pero, claro está, aquello fue una promesa que no llegué a cumplir hasta muchos años más tarde, pero -aún así- mi fiesta privada no había terminado aquella noche y cuando se me fue el mareo -¡y todavía vestida de china y pintada y peinada como Brigitte!- me puse a leer “Demián” de Herman Hesse, mi libro favorito en aquellos días, hasta que me quedé dormida.

Wednesday, February 18, 2009

Primeros "faux pas"


Ha comenzado el gobierno de Obama y quisiera que le fuera maravillosamente bien. ¡Todo lo contrario de lo que ha dicho el anti-americano y espantoso Rush Limbaugh, quien me produce un asco moral y físico enorme!

Pero al mismo tiempo veo que -como ocurre en todos los gobiernos, especialmente al principio, y digo esto porque en mi mente quiero ser comprensiva- han habido algunos errores que me molestan mucho ---y me decepcionan.

Uno que me parece espantoso son las palabras del nuevo Fiscal General Eric Holder (bien conocido entre los cubanos por su labor en el caso del niño Elián González)al decir que en cuestiones raciales todavía somos "una nacion de cobardes". Y ha dicho esto sin tomar en consideración el hecho de que blancos y negros hayan electo al presidente Obama contradice 100% su fea afirmación. Todo lo contrario. Creo que hubo una gran valentía en elegir a Obama en lo que fuera una nación muy racista hace solo un par de décadas. Y las palabras nada menos que del Fiscal General me parecen muy poco 'politicamente correctas' --y denotan una actitud muy resentida de su parte.
Error garrafal, sin duda.

Otro error de estilo -y de discreción- es que Michelle Obama no solo haya salido en la portada de Vogue, sino que en las páginas interiores haya 'posado' para un diagrama de varias páginas con ropa de diseñadores y en unos salones altamente lujosos...Algo muy vanidoso y innecesario cuando hay millones de americanos sin trabajo y mucha gente durmiendo en sus carros y perdiendo diariamente sus casas --¿y no les parece de muy mal gusto ver a la nuevecita Primera Dama posando de esa forma tan frívola para Vogue? Una entrevista con una buena foto estilo portrait de ella hubiera sido lo correcto. Pero un 'layout' de moda y estilo de vida me parece fuera de lugar en los momentos de crisis que se están viviendo. ¿Quién la aconsejó a hacer esto?...No sé, pero es una muestra de tener poco sentido en lo que es 'saber estar'.

Espero que estos errores no continuen porque dañan la imagen del nuevo gobierno, y le deseo al nuevo presidente toda la buena suerte posible. Lo veo con deseos de sacar a flote el pais y actuando con seriedad, sinceridad y cordura. ¡ Y ojalá todo salga bien por el bien de todos!

Monday, February 2, 2009

Las 'guaguas' de La Habana




En Cuba a los autobuses les dicen 'guaguas' ---y así sigo llamándolas.

Desde que era niña ya me daba cuenta que las guaguas cubanas tenían gran personalidad, y eran como personajes de nuestras vidas. Y su continuo ir y venir era motivo de chistes, críticas, grandes esperas bajo el sol, y una inmensa lección de filosofía callejera.

Algunas guaguas estaban tan viejitas y destartaladas, que parecían un montón de chatarra ambulante. Sin embargo, caminaban perfectamente, cogiendo las curvas de las esquinas rugiendo -¡casi en dos ruedas, y echando humo por todas partes!- con gran orgullo de seguir funcionando, a pesar de sus años.

Otras eran modernas, chatas, anchas, amenazantes, y se paseaban entre las demás como si fueran “los guapos del barrio”, Entre éstas recuerdo la Ruta 20 y la 79. Entre las viejitas y ferrujosas la 23 y la 26/27. La Ruta 30 me gustaba mucho porque tenía un recorrido muy simpático, y era sin duda una guagua muy habanera.

Por supuesto, los autobuses blancos y azules que conocí mejor (I-1 y U-4) eran casi como aristocráticos coches de caballos. ¡Y oficialmente se llamaban Autobuses Modernos!

Transporte muy democrático, donde blancos, negros, mulatos o chinos viajábamos en total armonía pagando tan solo 8 centavos --y 2 más por la transferencia. ¡Y hasta teníamos el lujo de un conductor que –a veces haciendo de malabarista- venía a cobrarnos al asiento!

Parte de toda la aventura eran las espontáneas serenatas de los “artistas cubanos”; especialmente el llamado Juan Charrasqueado, que subía siempre con su guitarra y traje de mariachi. También una mujer albina, ya mayor, llamada Pelusa a la que le tenía mucho miedo, porque se montaba en la guagua siempre en silencio, llevando colgado del cuello un misterioso cartelito que decía "Si me desmayo, llevo amoniaco en la cartera".

Recuerdo sentir admiración y horror a los hombres jóvenes que -como verdaderos 'guerreros'- iban en bicicletas, y se colgaban peligrosamente de las ventanillas aprovechando así el impulso de la guagua, ahorrándose el pedaleo a lo largo del recorrido.

Recuerdo los apretones; la guagua inclinada hacia la derecha, como una tropical Torre de Pisa; los gritos de “en la esquina”; y las protestas violentas de los que se quedaban en las paradas, mientras que la guagua, llena hasta al tope, seguía de largo, con su pesada carga.