Sunday, November 22, 2009

Miami, mi ciudad espejo



He estado de nuevo en Miami unas semanas. Y lo más interesante de esta estancia lejos de mi casa y mi 'habitat' neoyorquino, es que aquí estoy emocionalmente habitando una mini-Cuba. Una mini-Habana que nadie tiene que ver 'físicamente' con La Habana que todavía vive día a día en mí, pero donde podemos imaginarla y sentirla.
Un lugar donde, paso a paso, encuentro una sensación de 'familiaridad' que me agrada por ser cálida y amable.

Por supuesto, sigo prefiriendo vivir en New York, donde es imposible aburrirse y la ciudad me 'empuja' a hacer cosas --y por osmosis me llena de energía y de deseos de conocer más y más. Pero en Miami todo es más sencillo, más 'acaramelado' --y en las calles a veces me sorprende como de pronto se siente un divino olor a ajo y a mojo criollo que viene de un restaurante cubano, a veces del tamaño de un estrecho pasillo, el que se llena de gente tomando café y comiendo pan con lechón o pastelitos. Una fragancia familiar que reafirma quien soy. ¡Alucinante!

Igual que me encanta hablar en español tan pronto el avión aterriza en esta ciudad, donde no se me ocurre ni por un solo segundo hablar en inglés. Y volver a visitar los lugares donde vivimos cuando llegamos al exilio hace 40 años, como quien visita un pasado donde aprendimos a pasar trabajos, casi hasta hambre --y a enfrentar tantas necesidades y tantos problemas que hoy en día nos parecerían imposibles de superar y tolerar. Igual que me gusta observar con curiosidad y cariño a los 'personajes' cubanos que aquí habitan. Especialmente los viejitos almidonados y planchados y con enorme dignidad, que me inspiran tanta ternura...Y otros cubanos que parecen ser caricaturas ambulantes 'de la cubanía', los que gesticulan mucho y hablan gritando, usando a veces esa bravuconería tan nuestra, pero siempre muy 'queridos' (como dicen los colombianos) --porque de alguna forma u otra, son como posibles mil versiones de nosotros mismos.

También me gusta tener cerca a mis primos -especialmente a mi prima Purita, la matriarca de la familia- y los hijos de mis primos, y a los nietos de mis primos. Una nueva generación nacida aquí, muy bella, muy llena de juventud, pero que desafortunadamente a veces se 'pierde' el conocer la magia de lo que es ser 'cubanos'. Y me encanta tener cerca a mis buenas amigas de toda la vida. Con las que compartía tantos sueños de niña y de adolescente --¡incluso cosas locas como casarnos un día con el Príncipe Azul, o al menos con un Lord Inglés al estilo de las novelas de Corín Tellado! - y con las que he compartido tantos momentos importantes de mi vida.

Y me encanta poder ir a ver a mi tía Pura, la única hermana de mami que vive, con sus 99 años y el cutis maravilloso, de una mujer de 30. Sí --Miami es muy dulce en todos estos sentidos. Y en mi universo de mujer curiosa que adora los símbolos, nada tiene que ver con la ciudad bellísima y trendy que se alza junto al mar.

Miami se ha convertido como en un espejo de mi pasado. Bueno, en un casi-espejo de lo que era y hubiera sido mi vida en mi ciudad si el destino no hubiera cambiado los diagramas de los sueños y las reglas del juego. Pero al menos es un lugar -¡a veces hasta ínocente en su simplicidad!- donde no puedo remediar sentir profundas sensaciones encontradas, pero que se toleran con mucha facilidad.