Thursday, November 26, 2009

¿Cómo no dar gracias?



Hoy es la fiesta norteamericana que más me gusta: el Día de Dar Gracias.

Me encanta por su calidez, su tradición, su falta de comercialismo --y por lo que representa el detenernos un día al año --y dar las gracias de lo que la vida nos ha dado. Es una costumbre que cuando llegué a este país desconocía y todavía no existe en muchos países del mundo, pero que conlleva un momento de reflexión -¡y hasta de bondad!- que nos hace mejores personas. Es lindo también reunirnos con la familia, con amigos que nos quieren de verdad, y cenar la comida tradicional y tan americana típica de ese día. Todo un clásico que debe representarse lo mejor posible.

Aunque en mi casa siempre 'alteramos' esa cena añadiéndole frijoles negros y arroz y haciendo el pavo 'a la cubana' con ajos y vino seco y mucho sabor. Pero sin dejar de comer el 'stuffing', los boniatos dulces o 'yams' y la salsa de arándanos o cranberry tan americanos. Y por muchos años nos reunimos en mi casa, toda la familia y un montón de buenos amigos y era una gran celebración. En los últimos dos años, debido a la muerte de mami, hemos tenido unos Thanksgiving muy poco tradicionales y practicamente 'non existent'---y este año será menos aún. Pero ahora que mi hija está casada la costumbre comenzará de nuevo en su casa, quizás el año que viene --porque creo firmemente que no debemos dejar que se rompan las tradiciones que hemos establecido año tras año en esta larga vida que hemos rehecho en New York.

Además ¡hay tanto, tantísimo, por lo que dar gracias! Salud, trabajo y tranquilicad espiritual por encima de todo...Y hoy precisamente me mandaron unas fotos por correo de mi vida en La Habana a los 13 y 14 años --y viéndolas me sentí aún más motivada para dar gracias.

He tenido una vida llena de experiencias -desde las más plácidas y tradicionales hasta las más violentas e inesperadas, como fue la llegada de la Revolución Cubana, como un siniestro terremoto que cambió nuestras vidas 180 grados y nos hizo sufrir tanto, tanto....Y sin embargo, el balance ha sido positivo y feliz, porque tanto mi hermano León como yo tuvimos unos padres únicos: brillantes, bellos, simpáticos, y llenos de un amor a nosotros desbordante, que nos hizo lo que somos hoy en día. Gente que nos hizo fuerte. Y que nos enseñó a pensar y a discernir...¡Qué suerte la nuestra por la presencia de Antonia y Justo! Y yo también tuve buenos y lindos amores, y buenos amigos y maravillosos recuerdos...Y una hija sensacional...Y por eso viendo unas fotos mía a los 13 años en La Habana, veo a la misma Mari interesada en todo que existe hoy --y aunque fisicamente más cambiada (los años pasan y pasan y pasan...) --- pero con los mismos ojos llenos de curiosidad y amor a la vida. ¡Y eso hay que agradecerlo! ¡Cómo que no!