Friday, October 3, 2008

El placer de esos momentos exquisitos


A medida que pasa el tiempo -aunque ya desde que era niña comprendía estas cosas- me he dado cuenta de que la vida -como debe vivirse- no es sino una sucesión de 'momenticos' muy especiales, que nos tocan el corazón, y me refiero a esa sensación que se siente en el mismo medio del pecho -- igual que los ojos.
Y uso el diminutivo, porque son momentos muy breves, pequeñísimos...Emociones que duran uno o dos segundos, naciendo como un rayo dentro de uno, de forma muy espontánea --y con la misma echan a volar el espíritu con una alegría tan inexplicable, tan bella y tan intensa, que cuando la siento la comparo al estado de Nirvana que debe serntirse en el Prometido Paraíso.

Les comento esto porque mientras más me detengo a disfrutar las cosas pequeñas, más de ellas vienen a mi. Es como desencadenar una catarata incontenible. Y se multiplican una y otra vez aunque lo que haya provocado este momento de emoción sea algo sin mucha importancia.

Mientras más me detengo a disfrutar una frase en un libro, o me regodeo en el placer de un articulo de periódico bien hecho, una imagen preciosa, una persona positiva -o tan solo una señal de una estética exquisita ---¡me siento mejor y mejor!

Por eso adoro lugares como Paris, donde encontramos refinamientos de una estética milenaria en mil detalles. En una simple y bien almidonada servilleta de hilo. Una taza blanca y reluciente en un viejo café del siglo XVIII. Un poste con una lámpara centenaria. Un arco antiguo en un barrio histórico. Y la fragancia de una antigua perfumería en el Marais, llena de cristales y maderas pulidas y unas antiquísimas y muy femeninas cortinitas de encaje hecho a mano...Y lo mismo me ocurre en el tan civilizado Londres ---en el 'momentum' tan exquisito que es la ceremonia del High Tea.

Y me ocurre cada vez que pongo mis pies en un museo...o en una biblioteca pública....o en una galería...¡O cuando leo los periódicos en Internet --y me pierdo en el milagro que encuentro! Las tantas maravillas que me muestra, por lo que podría quedarme sin salir de casa día tras día. viajando por las visitas virtuales a lejanos museos --o leyendo de nuevos libros --o de arquitectos que están revolucionando la visión del mundo que vivimos.

¿Cómo es posible aburrirse en este mundo maravilloso que habitamos? Fíjense que tan solo escribirles sobre estas emociones --¡ya es en si un momento divino en que he disfrutado al máximo mi vida en los 10 minutos que me ha tomado escribir este post!
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La simplicidad y a la vez la sensualidad de los colores y las telas del cuadro de Claudio Bravo que ilustra este post refleja, perfectamente lo que he tratado de explicarles y sin duda me provoca un intenso placer.