Thursday, July 24, 2008

¿Podemos cambiar lo que sentimos?


Es muy curioso que hace 7 meses murió mi mamá -Antonia Ichaso Macías -y 9 años que murió mi papá -Justo Rodríguez Santos - y a pesar de ser una adulta, que ya está pasando lo que se llama "middle age" - ¡por lo que debía estar completamente preparada para ser parte de 'los mayores' de mi familia! - me siento absolutamente huérfana.

Como una niña de 10 años que se ha quedado sola.

¿Será así para todos los que perdemos los padres?

Cuando murió papi, como me dijo mi hermano León, "nos quedó mami" -- y ella era la Alfa-Madre, la que nos quería a la antigua, con absoluto delirio y amor y a quien devolvíamos ese amor y esa complicidad. Y aquello compensó de alguna forma la pérdida de un padre tan genial y divertido que hasta el último día de su vida amaba existir y nunca perdió el sentido del humor y el ingenio.

Pero al irse mami ---los días y las semanas pasan como una lista de cosas que se repiten casi aburridamente dia a día: levantarnos, trabajar, comer, leer, salir a pasear, volvernos a acostar, volvernos a despertar, volver a trabajar, volver a conversar con amigos y familiares, volver a pasear, y asi, sucesivamente. Como si estuviera 'esperando algo' que no acaba de llegar. Como si todo fuera temporal. Tampoco hay dramas ni histerias. Hay lágrimas solitarias aquí y allá que duelen muy, muy hondo -- pero que no impiden que la vida deba seguir su curso. El trabajo nos da una disciplina y nos ayuda mucho. El cariño de los familiares (mi hija, mis primos, mis amigos) es una gran ayuda para seguir viviendo con serenidad. Pero la sensación de 'horfandad' se siente con una intensidad muy cierta y muy cruel. Pienso que esto debe ser lo que se llama "mourning" o período de luto. Luto en el alma y un poco en el mismo cuerpo.

Y lo más cierto, es que no sé cómo cambiar esto. Yo -que todo lo resuelvo- no sé cómo dejar de sentirme tan 'poco protegida'. Por ejemplo, cuando aterrizo en un aeropuerto ya no tengo que llamar a mami desde el asiento -¡a veces ocultando el teléfono celular de las azafatas!- para decirle "¡Ya llegué!" -- y ya no siento su voz alegre diciéndome "Ay mi hijita, qué tranquilidad, déjame apagar la velita!". Ahora llamo a mi hija, a mi hermano, a Mariano mi amigo -- y a veces los encuentro y a veces no. Y me doy cuenta de que a nadie realmente le importa demasiado saber si ya llegué o no. Todos asumen que voy a llegar bien -y por lo tanto la situación ha cambiado. Lo mismo cuando llego a mi casa, sola, tarde en la noche --y ahora ya no tengo que llamar a mami --- y si me muero, o no, en el camino --¡pues ya se enterarán al día siguiente!...Y así mil cositas...mil detalles...mil veces que pienso en agarrar el teléfono y hablarle a mami...contarle cosas cómicas...chismear un poco....hablar de política...reirnos de cosas cursis...Y las veces que daría la vida por preguntarle cosas a papi...como cuando un amigo me preguntó el otro día si yo sabia que Felipe Dulzaides era hermano de Fina García Marruz....¿cómo es que yo no había oído esto nunca cuando mami y papi hablaban mucho de su amistad de juventud en La Habana con toda esa gente? Y no pude preguntarle.

En una ocasión estando en Florencia, mi amiga Eva dijo que a su papá siempre le habían gustado las corridas de toros que daban en Cuba por TV --pero en ese momento no nos acordábamos del nombre del presentador del programa, por lo que yo agarré mi teléfono y llamé a papi inmediatamente, quien me dijo al instante "Era Eduardo Pagés". ¡Qué memoria, qué maravilla! O cuando estando en St Remy de Provence, quedándome en la casa-hotel del escritor ganador de un Premio Nobel, Frederic Mistral, también llamé a papi porque no sabía nada del hombre --¡y me estaba hospedando en lo que habia sido su casa! ...Y papi al instante me dijo "Escribía en provenzal y era un gran escritor". Como ven, hace 9 años perdí mi encicopedia. ¡Qué pena!...Y la perdió mi hija -ahora una abogado especialista en arte e historia-- quien siempre me dice que ojalá papi viviera hoy en día para hacerle MIL preguntas. Lo mismo cuando murió mi tío Paco Ichaso, siendo yo todavía jovencita, quien fue uno de mis 'mentores' intelectuales y una persona llena de sonrisas y cariño hacia mí -- y quedaron tantas cosas por hablar.

En fin, pienso que algunos de ustedes comprenderán lo que siente cuando quedamos huérfanos, lo que a cualquier edad - es un rito de vida inevitable, y siempre muy doloroso.