Saturday, January 10, 2009

El placer de estar en casa







Ayer le comenté a mi amigo Mariano por email que estaba a punto irme a Miami ¡por un mes! --y que de pronto me sentía un poco temerosa de dejar mi apartamento, mi ciudad, mi 'cuevita' --y sin muchos deseos de ir. Y su respuesta -dicha sin el menor deseo de 'ofender'- me dejó un poco sorprendida: "sí", me escribió "esas son cosas de la vejez. de cuando nos hacemos mayores".

¿Vejez?...¿Mayores?...

Ahora me da risa lo sucedido, pero en el momento que leí su email me sentí rarísima. No me sentí ofendida, sino sorprendida, porque jamás hubiera atribuído mis miedos a dejar mi casa ¡a mi acumulación de cumpleaños! ¿Vejez yo? ¡Qué locura! Tendré otros síntomas físicos de mi 'madurez', como comienzos de artritis, el que cada día veo peor de cerca y de lejos, que me duele la espalda, etc, etc...pero nunca cosas relacionadas a mi carácter, el que siempre he considerado muy joven y moderno.

¡Pero quizás Mariano tenga razón! Cada día me gusta más mi casa --y no deseo salir mucho de ella. Me encanta mi apartamento neoyorquino, donde he vivido 30 años, el que me se de memoria hasta con las luces apagadas, y donde viven junto a mi los recuerdos de toda mi vida.

Las fotos de Cuba, los libros, los cuadros, los adornos, los portarretratos, los albumes de recuerdos, mi ropa, mi computadora, mis cámaras, mis vajillas, mi colección de botellas de perfume antiguas -además de los rincones donde por años han estado ocurrieron los cumpleaños, las Nochebuenas, las reuniones familiares --y mis cientos de 'tarecos'...¡toda mi existencia en este planeta! Y de cierta forma mi cotidianidad y ese semi-caos de objetos (soy amante de tener muchas cosas a mi alrededor y rodearme de símbolos y cosas que me dan placer) me hace sentir protegida, arropada --¡a salvo!

Desde que murió mami -hace 1 año, después de vivir a 1 manzana de mi casa por 30 años- siento todavía más esa necesidad de estar en mi casa. Y no solo estar en mi casa, sino estar 'sola' en mi casa, lo que es aún mejor. De refugiarme con la TV ,con las peliculas en videos, con mis libros y con mi computadora, donde trabajo lo que parece a veces ¡sin cesar! --escribiendo mis artículos, mi blog...Escribiendo y escribiendo...algo que me ayuda, me gusta, me acompaña....Y así me paso horas en mi casa...interrumpidas por una caminata diaria a Rockefeller Center (20 manzanas , 10 de ida y 10 de vuelta)...y por llamadas telefónicas de negocios ---y también a mi hermano León, a mi hija, a Mariano, a algunas amistades...y punto. Y así día tras día, rota la rutina por un viaje de vez en cuando, pero nunca más de 10 días fuera...¡y de regreso a mi palomar de cristal, en ese piso 20 que me hace sentir muy lejos del pie de calle y de la realidad!

Una reciente estadística precisamente dice que en New York 1 de cada 2 viviendas las ocupan 'personas solas' --¡de las que más de un 90% no padecen de depresión, ni de una sola gota de soledad, ni tristeza! ¡Solos y con vidas felices! Somos la ciudad donde los que estamos sin pareja --¡nos sentimos menos solos que en ningun otro lugar de la Tierra! ¿No les parece esto muy interesante? Y es verdad, porque soy ejemplo de ello.

Y quizás por eso ahora comprendo a mi madre cuando me decía que cada día le gustaba menos salir de su casa. Y cuando se le hablaba de hacer un viaje me decía "¡A mi de aqui no me saca nadie!" o "Qué se me ha perdido a mi allí?". Yo espero ser menos 'radical' pues cuando salgo o viajo --siempre la paso muy bien y me encanta aprender cosas nuevas a cada momento.

Pero es 'el arranque' el que se me hace difícil --cada día más difícil. Es que quizás me pregunte..."¿Y qué se me ha perdido a mi fuera de mi casa con lo bien que la paso aquí?"