Wednesday, January 28, 2009

Echo de menos la nieve y el frío


¿Por qué soy hija del maltrato? ¿Por qué no sé disfrutar la vida con menos melancolía y menos amor a lo difícil?

Echo de menos New York. Veo nevar y quiero estar allí. Veo caer en la helada escarcha sobre los rostros de los locutores de la TV -y deseo sentir esa frescura. Me dicen que el frío es espantoso - y no me atemorizo. Me comentan la suerte que tengo de estar en Miami cogiendo sol y un clima perfecto -y me da pena no estar en New York compartiendo suerte con los que se hielan. Echo de menos las durezas de mi ciudad, lo gris, lo que me impulso a moverme con más energía porque me cuesta más trabajos. Echo de menos esa cotidianidad, la que a veces es sin duda demasiado solitaria, casi sin amigos, con muy poca familia, muy envuelta en mi misma allá arriba en ese piso 20 en el medio de Manhattan --pero sin muchos sobresaltos y con una rutina que me place y me calma.

El año pasado fue igual cuando me quede en Miami 2 meses en esta misma epoca. Y este año es peor, porque veo que la ciudad con sus cielos azules, sus nubes preciosas y sus palmeras verdes bellas, me induce a tener menos disciplina. A ser más 'dejada'. A ser mucho más haragana. A querer leer y leer y leer -y no moverme de la cama. Ciudad ancha, extensa, más bien chata (excepto la línea mágica del downtown y sus puentes y rascacielos) que a todos sus habitantes los induce a comer comida cubana, con gula y total abandono, casi todos los días ---¡lo que en New York hago quizás 1 vez al mes! --y que si viviera aquí acabaría conmigo.

Hoy comí sushi ¡y me hizo tan feliz! Y me encantó verlo tan familiar y cortadito tan lindo en el plato. Es verdad que siento dejar a la familia, a los amigos, a la cubanía que llevamos adentro todos, pero ya New York me llama con demasiada intensidad.

Y como soy mujer que excusa siempre al amante difícil --pronto estaré allí.