Friday, August 15, 2008

Habitantes de Nuestro Corazón


Ayer me puse a pensar en la cantidad de personas que realmente quiero. ¡Y son bastante!

Por supuesto, la lista la encabeza mi familia -la inmediata y la 'extended', como dicen en inglés cuando se refieren a tíos, primos, etc.- que en mi caso son una gente maravillosa. Y aquellos -que aunque no son familia 'de sangre'- lo son de alma, porque estamos unidos por los mismos lazos y las mismas experiencias.

Después vienen los buenos amigos. Y tengo la suerte de tener al menos una docena, o más, de gente muy cercana, con quien puedo contar --y compartir risas igual que preguntas. Y entre ellos siempre se siente una debilidad por los que crecieron junto a nosotros, y cuando pensamos que hay personas que nos conocen desde hace muchos años, desde que éramos niños o mucho más jóvenes, se siente algo muy dulce y reconfortante. Personas a quienes no hay que contarle nada de nuestras vidas porque lo conocen todo. ¡Qué descanso!

Y la lista continúa con los que aunque ya no están con nosotros ocupan un lugar prominente en nuestro corazón. Y digo corazón porque -¿sino dónde? -- El corazón -incluso con la forma clásica que conocemos y vemos mil veces repetidas en dibujos y tarjetas de San Valentín- parece estar creado para guardar esos sentimientos que nos emocionan, nos llenan de alegría y de vez en cuando nos hacen llorar.
¡Como una gran caja -roja y mágica- que es el centro de nuestra vida!

¿Y qué decir de los que quisimos y ahora queremos menos? Pues ahí están también. No podemos borrar el amor que les dimos y del que ahora quedan sombras --y de vez en cuando ciertos pinchazos.

Si nos detenemos a pensar ---¿no es precisamente esta capacidad de sentir este amor y esta ternura por otros la máxima prueba de que existe 'algo superior' a nosotros que nos inspira y nos hace mejores personas?

Me encanta querer como quiero. Creo que esto lo aprendí en casa. De mi madre. Y de su madre, mi abuela Rafaela. Bravas mujeres a la hora de querer sin condiciones. Y aunque me haya equivocado algunas veces -no importa para nada.
Así es la vida --y es mejor querer, que no saber -¡ni poder!- sentir así.