Hay algo que me molesta mucho desde hace años. Y quisiera hablarles de ello porque me sorprende --y más que molestarme-- me entristece.
Se trata de los niños y jóvenes -y a veces ya no tan jóvenes- que viven en Miami (principalmente, aunque también ocurre en otras ciudades) y que siendo hijos y nietos de cubanos --¡no hablan español!
Se trata de los niños y jóvenes -y a veces ya no tan jóvenes- que viven en Miami (principalmente, aunque también ocurre en otras ciudades) y que siendo hijos y nietos de cubanos --¡no hablan español!
¿Cómo es posible? Llamarse Daniel Pérez, o Pablo Martínez o Alicia Rodríguez ¡y no hablar español! ¡Es alucinante!
Y lo peor de todo es que son los padres los que han creado este desastre. Padres -y en muchos casos los propios abuelos- que a veces hablan inglés con un fuerte acento o casi no lo hablan y suenan fatal -¡porque ni siquiera dominan bien el idioma! ---y se han empeñado en hablarles a sus hijos --¡¡en inglés!! ¿Por qué lo hacen?
Me parece tristísimo -y muy negativo- porque esas generaciones jóvenes, aunque han nacido o han crecido en los Estados Unidos, podrían haber enriquecido sus vidas y sus futuros profesionales, siendo perfectamente bilingues. Y quiero enfatizar lo de 'perfectamente'. Porque lo que hacen muchos (si acaso) es "chapurrear" el español como americanos --o hablarlo como un 'segundo lenguaje', que han aprendido porque no les queda más remedio, oyendo aquí y allá, y lo pronuncian horrible y usando una gramática penosa.
Parece que nadie les ha enseñado a 'amar' el español. Ni les han explicado lo importante que es para poder mantener su cultura y sus orígenes. Nadie parece haberles dicho que el español los va a enriquecer culturalmente y económicamente. Pero para muchos es algo que 'no les queda más remedio que usar' -- cuando quizás quieran hablar 3 palabras con unos abuelos que no hablan nada de inglés --y a nadie parece molestarle que esta falta de 'lenguaje común' hará la comunicación y compenetración con los abuelos o tíos-abuelos prácticamente inexistente.
¡Y un fenómeno más increíble aún- cuando lo noto principalmente en una ciudad como Miami, donde el español es 'el' idioma local! Y veo que sucede más entre familias que llevan unos cuantos años en el exilio --y que son más o menos 'pudientes' --porque he observado que las familias más humildes mantienen mucho más vivo el español en sus hogares, igual que los han llegado al exilio hace pocos años y todavía no han aprendido inglés.
Por supuesto, he oído todas las explicaciones posibles a éste hecho (lo que comento a menudo con mis sobrinos y sus padres, igual que con los hijos y nietos de mis amigas --lo que debe de caerles muy mal y probablemente piensan que soy una 'pesada' con eso de "hablen en español por favor") --y oscilan entre el tener un cónyugue americano, lo que hace más difícil hablar en español en la casa --- hasta la pura vagancia, al no molestarse en ser 'maestros' de los hijos y dejarlos completamente 'a su aire' en este sentido. Es curioso, porque los niños juegan 'soccer' y las madres y los padres los llevan y los traen a las prácticas y juegos, con disciplina y sacrificio --pero hablar español parecer ser secundario.
¡Y un fenómeno más increíble aún- cuando lo noto principalmente en una ciudad como Miami, donde el español es 'el' idioma local! Y veo que sucede más entre familias que llevan unos cuantos años en el exilio --y que son más o menos 'pudientes' --porque he observado que las familias más humildes mantienen mucho más vivo el español en sus hogares, igual que los han llegado al exilio hace pocos años y todavía no han aprendido inglés.
Por supuesto, he oído todas las explicaciones posibles a éste hecho (lo que comento a menudo con mis sobrinos y sus padres, igual que con los hijos y nietos de mis amigas --lo que debe de caerles muy mal y probablemente piensan que soy una 'pesada' con eso de "hablen en español por favor") --y oscilan entre el tener un cónyugue americano, lo que hace más difícil hablar en español en la casa --- hasta la pura vagancia, al no molestarse en ser 'maestros' de los hijos y dejarlos completamente 'a su aire' en este sentido. Es curioso, porque los niños juegan 'soccer' y las madres y los padres los llevan y los traen a las prácticas y juegos, con disciplina y sacrificio --pero hablar español parecer ser secundario.
Siempre pienso cómo criamos a mi hija (siento ponerla de ejemplo, pero es así) quien nació y se crió en Manhattan y habla un español perfecto. De pequeña cuando iba a España le compraba los libros y 'cartillas' con que los niños españoles aprendían ---y tanto yo, como su papá y sus queridos abuelos -siempre le hablábamos en español.
Aprendió el inglés más tarde, con la TV, viendo Sesame Street y Mr. Rogers --¡pero era divino verla aprendiendo con gran facilidad los dos idiomas a la vez, sin mezclarlos estilo 'spanglish', sino que automáticamente sabía a quien hablar en español o en inglés! Cuando fue a España durante sus años en la universidad, se sentía orgullosa de que celebraran lo bien que hablaba español, y hoy en día -ya toda una profesional- se siente feliz de hablarlo perfectamente y con un acento precioso. Y como fue algo tan 'natural', no fue difícil lograr que fuera bilingue, sino algo muy orgánico.
Otro tema que me molesta -aunque lo dejaré para otro 'post'- es lo poco que saben muchos de estos niños y jóvenes sobre Cuba. ¡Y hasta los padres cubanos más inteligentes y curiosos, con un profundo sentir de lo nuestro, de lo cubano --como es el caso de muchos de mis amigos-- no les han enseñado mucho a sus hijos, o nietos, del pasado que todos tenemos en común! Otra pregunta que quizá ya sea demasiado entrometida y nunca la hago --y por eso queda sin respuesta.
Otro tema que me molesta -aunque lo dejaré para otro 'post'- es lo poco que saben muchos de estos niños y jóvenes sobre Cuba. ¡Y hasta los padres cubanos más inteligentes y curiosos, con un profundo sentir de lo nuestro, de lo cubano --como es el caso de muchos de mis amigos-- no les han enseñado mucho a sus hijos, o nietos, del pasado que todos tenemos en común! Otra pregunta que quizá ya sea demasiado entrometida y nunca la hago --y por eso queda sin respuesta.
Es curioso, pero no hace mucho el hijo de 32 años de una amiga me llamó para que le explicara qué cosa había sido realmente Bahía de Cochinos --porque le hablaban de eso y no sabía nada. Igual que cuando la nieta de una amiga de Miami -una chica muy mona de 20 años que de pronto ha encontrado muy 'cool' ser cubana - se quejó a su madre delante de mí:-- "¿Por qué no me hablaste en español de chiquita? ¡Ahora casi no puedo hablarlo!". Bueno, es muy irónico y frívolo decir esto, pero ojalá que ahora la influencia de los muy de moda Mojitos -y de la música cubana- los haga aprender el idioma de sus orígenes.
Una excusa que sí NO existe entre los jóvenes cubanos para no hablar español (todos somos maravillosos chauvinistas como dice Marisela Verena) es la que existía en generaciones pasadas de inmigrantes latinos que venían a Estados Unidos. Un poco 'avergonzados' de hablar español y deseando integrarse mejor a la comunidad y huir de los prejucios, decidieron no hablar -como decía Jorge Luis Borges en su Historia Universal de la Infamia -"ese idioma lleno de 'eses', que debía ser español, porque los que lo hablaban eran odiados".
Los cubanos -todos, eso sí- estamos encantados y felices de ser quienes somos.
Nota: La ilustración de este post es un óleo de una Vírgen de la Caridad muy coqueta y muy bella, obra de mi buen amigo el pintor cubano Luis Velasco, el que alegra desde hace muchos años la sala de mi casa en New York.